Autor del mes: Mayte Esteban

Autor del mes:  Mayte Esteban

martes, 18 de febrero de 2025

Entrevista Mayte Esteban, Autora del mes de Febrero

Muy buenas noches Mayte. Te damos la Bienvenida a Locas del Romance. Realmente nos da muchísimo gusto tenerte por aquí. Llevamos mucho tiempo siguiéndote en redes y hoy

por fin, podremos conocerte.

Si alguna de nuestras preguntas te incomoda, siéntete libre de pasarla por alto y disculparnos.

Aclarados estos puntos y agradeciéndote tu presencia en este pequeño rincón nuestro del ciberespacio, comenzamos (con tu permiso) la entrevista.

LR. Mayte, antes de comenzar directamente friéndote a preguntas sobre tu obra, cuéntanos algo más sobre ti. Para aquellas que no te conozcan. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿De dónde eres? ¿Cómo surgió la idea de tus pseudónimos? ¿Tienen algún significado especial?

Mi verdadero nombre es María Teresa Esteban, pero nadie me ha llamado nunca así, en mi entorno, he sido siempre Mayte. No vi la necesidad de cambiar de nombre cuando empecé a publicar más allá de usar el seudónimo bajo el que vivo porque me gusta.

Soy de Guadalajara (España, lo aclaro porque más de una vez he leído en redes que soy mexicana), y vivo en un pueblo de Segovia desde que me independicé.

L.R. Respecto a tus gustos personales, imaginamos que a través de los libros y de determinados personajes, en muchas ocasiones podemos ver a la mujer que se oculta


tras el pseudónimo y su obra. Pero así entre nosotras, ¿cuál es tu color favorito? ¿Sueles inspirarte con algún tipo de música específica? ¿Se podría decir que hay algún grupo concreto o solista que de alguna forma haya influido o interferido con tu espíritu creador?

Soy muy de rosa, en la ropa, las zapatillas, los abrigos... aunque no veo la vida de color de rosa, para eso soy bastante más realista.

 

Cuando escribo, siempre lo hago con Olly Murs cantando de fondo, un trabajo suyo de hace una década que me transmite muy buenas vibraciones, me aísla del exterior y me relaja.


L.R. ¿Cómo te describirías a ti misma? ¿Qué tres virtudes y qué tres defectos crees que te definen?

Soy paciente, trabajadora y meticulosa con lo que hago, siempre intentando aprender un poco más y arriesgándome por el camino. Equivocarme no es algo que me dé mucho miedo, porque aprendo.

Como defectos, el primero es que soy demasiado buena y generosa, y creo que quien te encuentras frente a ti es así también. Eso me ha hecho llorar mucho. Otro defecto es que no acomodo lo que escribo con lo que está de moda. Quiero, por encima de todo, ser yo y eso en estos tiempos resta puntos. Pero mi peor defecto de todos es que tengo
muy mala memoria.

L.R. Una de las cosas que siempre nos ha llamado la atención de los escritores y que nos pica la curiosidad (admitámoslo, somos cotillas al máximo), es conocer la formación que poseen los autores que tanto nos enamoran. ¿Podrías contarnos algo sobre esto? ¿Qué estudiaste? ¿Dónde te formaste? ¿Has hecho cursos específicos para escritores o todo es talento natural y trabajo?

Soy licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y he ejercido como profesora de secundaria, además de dar clases de apoyo de lengua y literatura. Más que cursos literarios, lo que he hecho ha sido estudiar todos los manuales de narrativa que han caído en mis manos. Con todos ellos he aprendido muchísimo, porque además se complementan con el temario mis clases. Soy una lectora voraz desde niña, eso te hace aprender de manera inconsciente.

L.R. Hablando sobre tu trabajo  de escritora, imaginamos que un libro no se escribe en un momento. ¿Cuál es el proceso que sigues para crear estas joyas de la literatura


romántica? ¿Qué proceso mental/físico o extrasensorial tiene lugar para que des a luz a tu obra?

Hay una idea que es el germen de todo, una semilla que guardo en mi semillero (una carpeta de ideas). Algunas de ellas germinan. Una vez que una de ellas empieza a ganar presencia en mi mente, el siguiente paso es hacer un ligero esquema de lo que quiero contar. No es detallado, es un recordatorio de lo que he imaginado con los puntos clave: detonante, puntos de giro y final. Solo cuando eso está hilado, empiezo a escribir, a no ser que sea una novela histórica. En ese caso, la investigación comienza antes de poner una sola palabra y, cuando ya la tengo, es cuando reviso el esquema (lo que investigas suele obligar a retocarlo) y abro un archivo para empezar a escribir.

La redacción del borrador me lleva meses, a los que hay que sumar el reposo de la historia y la posterior revisión desde esa distancia maravillosa con la historia que da el tiempo. Por eso no tardo menos de un año, necesito estar segura de lo que ofrezco al lector. Si además sumamos plazos editoriales, nos podemos ir a más tiempo.

L.R. Trasladémonos ahora a un día en la vida de Mayte Esteban ¿Cómo es? ¿A qué hora del día sueles ponerte escribir? ¿Cuántas horas de duro trabajo supone un día cualquiera? ¿Dedicas todo ese tiempo a escribir o sueles alternarlo con investigación y algún otro asunto? ¿Qué elementos de tu vida, de tu alrededor (tangibles o no), suelen servirte de


inspiración o cortarla de raíz?

Suelo escribir a media mañana, después de comer y después de cenar, en sesiones de no más de una hora porque me duele la espalda. Primero reviso lo escrito el día anterior y al final de la sesión dejo sin escribir algo porque así, al día siguiente, me es más fácil seguir, no me quedo en blanco.

El resto del tiempo lo dedico a leer documentos que me sirven para matizar la investigación.

Una de las cosas que siempre hago cuando estoy escribiendo es quitar el volumen del teléfono y el wifi del portátil.

Me inspiro en lo que veo, lo que escucho, y a veces solo lo imagino. ¿Qué pasaría si...? Esa frase es el mal, porque no tengo tiempo para escribir todo lo que me gustaría. (Ni espalda).

L. R. Viajemos al pasado por un momento, a esa primera vez (que tú recuerdes) con un libro entre tus manos. ¿Qué edad tenías, qué libro era y de qué forma te marcó?
¿Recuerdas quién te lo dio? ¿A quién echarías la culpa de tu afición a la lectura y la escritura?

Empecé a leer antes de ir al colegio, y recuerdo un cuento de Cenicienta, no porque me entusiasmara, sino porque era uno de esos cuentos troquelados y tenía un pequeño collar que no estaba dibujado, sino puesto por encima del papel. Me alucinaba eso.

(Buscando en Google he encontrado uno igualito).

Pero el primer libro de verdad fue Los cinco otra vez en la isla de Kirrin, que he leído tantas veces que está el pobre para un desguace. Me lo regaló mi padrino, Manuel Esteban, mi tío, que es padre del escritor gallego del mismo nombre. Creo que él tuvo mucho que ver en que nos convirtiéramos en niños lectores.

La escritura, no sé ubicar el momento exacto en el que escribí algo parecido a un cuento, que recuerde, escribí mi primera historia con diez años.

L.R. Como románticas empedernidas que somos, hay ciertas preguntas que no podemos evitar y esta es una de ellas: ¿Cómo es para ti el hombre ideal? ¿De qué forma


esperarías que te conquistaran? ¿Eres una mujer que disfrute de flores y bombones o prefieres algo menos convencional? ¿Alguna película/libro favoritos (léase: Disney, cuentos de hadas, ranas que se transforman...) que hayan influido en tu forma de ver el amor y en lo que esperas de él? Y lo más importante de todo... ¿Lo has encontrado ya? ¿Tiene hermanos? (jajajaja)

No estoy tonta y aprecio que sea guapo y se parezca a Antonio Banderas de joven, pero básicamente me conquista un hombre bueno, que sea detallista y que siga todas mis locuras, que no son pocas. Sobre todo, me gusta que me haga reír, pero si me regala bombones o flores, no seré yo quien se queje. Me gusta mucho el personaje que interpreta Mark Ruffalo en Ojalá fuera cierto.

Si reviso lo que he escrito, creo en las segundas oportunidades y no creo nada en las uniones forzadas por la conveniencia.

El amor llegó hace mucho, como llega todo lo bonito de la vida, sin esperarlo.

Y no, no tengo hermanos, tengo un hijo de 25 años que ya tiene edad de protagonista de novela. Guapísimo, pero qué voy a decir yo que soy su madre.

L.R. Imaginamos que como escritora de romance, en primer lugar y antes de decantarte por este género, fuiste ávida lectora de autoras ya consagradas. Dinos ¿alguna autora o libro te marcó de forma especial, haciéndote decidir escribir novela romántica y no novela negra, fantástica o histórica (o cualquier otro género)? ¿Qué libro es para ti, a día de hoy, tu principal referente (ese que no puedes parar de leer)? ¿Hay algún género


literario en especial que seas incapaz de leer o rechaces de antemano? ¿Y en novela romántica, algún subgénero que digas "esto no es para mí"?

No leí romántica antes de publicar romántica. Sé que puede sonar raro, pero yo leía libros de todo tipo y en todos había historias de amor. No estaban en primer plano, pero formaban parte del argumento y empecé a escribir así, con ese esquema que se aleja un poco de la romántica tradicional. A las autoras de romántica consagradas llegué después, ni siquiera me había dado cuenta de que en mi casa había libros que leía mi madre. Por eso, quizá para mí una autora top de romántica es Nieves Hidalgo, que creo que es un poco posterior a lo que me preguntáis. A ella sí la descubrí yo y creo que a día de hoy es una de nuestras mejores escritoras del género.

Como lectora no he tenido un género favorito nunca porque los tuve todos al alcance de la mano. Me pasé todas las tardes durante años en una biblioteca y eso hizo posible que leyera lo que quisiera. He probado todos y me gusta desde el teatro, la novela juvenil, la negra, los clásicos, los raros, los premios Nobel... Eso ha hecho que no sea capaz de elegir, porque, además, es que no creo que haya que elegir. No me tengo que casar con un solo libro o un solo autor, en esto puedo practicar el poliamor.

Pero sí hay un género que no me gusta y es el terror. No disfruto nada esos libros.

En romántica, más que subgéneros, hay formas concretas de narrar que no me llenan. Una es el uso de la primera persona, me suelo agotar de leer a mitad de libro (demasiados posesivos para mí). Otra es cuando la trama se supedita a los encuentros sexuales de los personajes y no va mucho más allá que esa historia entre los dos, que pasa mucho en


erótica. Al cerrar el libro, tengo la sensación de que no me han contado nada. Pero sí leo erótica cuando está bien escrita, Lina Galán me parece una de las mejores autoras que tenemos de ese género y soy fan de lo que escribe y de lo trabajadora que es.

L. R.¿Hay algún secreto oscuro en el pasado de Mayte Esteban? ¿Escribiste algún artículo para alguna revista, alguna redacción ganadora en el colegio, un cuento... cualquier cosa? ¿Nos hablarías un poco de ello?

Sí tengo secretos, hay partes de mi vida que pasan de puntillas en las redes (o directamente las escondo) porque creo que siempre debemos guardarnos algo para nosotros.

Lo que no es secreto es que he escrito para revistas científicas como geógrafa (cosas de Política Agraria Común), formé parte de la redacción de la revista Azucahica, dirigida por Antonio Pérez Henares, hice un magazine de radio que estuvo ocho años en parrilla, formé parte de un grupo de música y he dado clases en un taller de narrativa.

Así, como destacado, en el colegio una vez pegué a un niño por llamarme empollona. No debía de serlo mucho porque no entendí la palabra, pensé que me había insultado.

L. R. ¿Cuál fue tu primera novela y cómo surgió la idea? ¿Cuánto tardaste en terminarla? ¿Qué personaje resultó más irreverente y te dio más dolores de cabeza? ¿Cuál es tu escena preferida? ¿Recuerdas el momento en que la escribiste o fue producto de un intervalo de "éxtasis de escritor"? ¿En qué momento decides compartir esta con el mundo?

La primera, primera, no la recuerdo, porque tenía diez años y hace mucho de eso. Sé que era una historia en la línea de Los Cinco. La siguiente fue Su chico de alquiler.

En religión me aburría muchísimo y empecé a escribirla para llevar mejor esa tediosa clase. Por eso es una novela tan fresca, tan loca, tan poco curtida, yo era una cría cuando la empecé y tenía 19 cuando la logré acabar. Por eso Paula no tiene filtros


(porque es tan adolescente como lo era yo entonces).

La escena que más me gusta es una en la que Paula y Javier van en el coche y el narrador juega con las palabras, con unos cuantos adjetivos que se han subido al automóvil con mis personajes (la duda, la culpa...)

Sé que cuando releí ese texto, mucho después, cuando la autopubliqué para ilustrar una charla que di de autoedición en 2009, sentí que, por imperfecta que fuera, tenía ese párrafo que me estaba gritando que, si había escrito eso siendo una cría, podría incluso hacerlo mejor con el tiempo.

Esa novela me abrió muchísimas puertas porque es muy ligera y cortita, y se ha leído una barbaridad aquí y en Latinoamérica. Sé que sugiere un género del que está lejísimos. Cambiarla para adaptarla a los tiempos (a eso a lo que me resisto), hubiera podido mejorarle la puntuación, pero le habría quitado su esencia.

Prefiero ser fiel a mí misma, a la que fui cuando la escribió hace mil años, que unas cuantas estrellitas que, al final, no significan nada.

L. R. Dentro de tu obra, creemos que merece mención especial La arquitectura de los sueños.  ¿De qué forma surgió la idea? ¿Nos podrías hablar un poco de esta obra?

Durante cuatro años dirigí un taller de narrativa y nunca tomamos apuntes. Un día, para que tuviéramos un apoyo, decidí escribir sobre lo que habíamos estado hablando, para que


lo pudieran consultar. Hacer fotocopias costaba igual que subirlo a Amazon, así que por eso está ahí.

Es un libro en el que se reúnen todas las preguntas que el escritor se hace antes de escribir una novela, que no son pocas. Hablo de aciertos de muchos libros, que pongo como ejemplo, y de errores que cometí yo con los míos (no me iba a poner a criticar a otros). También de narradores, de tiempos verbales, de ambientación... Y lo hago de manera ligera, para que el lector no se aburra.

De hecho, alguna vez te ríes.

L. R. No podemos (ni queremos) olvidarnos de La Lectora de Bécquer. Y aquí debo decir, que me has enamorado de Segovia. ¿cómo surgió la idea de esta historia? A nuestro parecer, has dado una fuerza maravillosa a las mujeres de obra ¿Cómo nacen todas ellas? Y ahora, entre nosotras, dinos: ¿de todos ellos, cuál es tú favorito y por qué? ¿Qué es lo que más te costó escribir y lo que más disfrutaste? 

Yo quería escribirle una novela a Segovia desde que la pisé por primera vez (de mayor). Fui aprendiendo, escribiendo, y solo en 2022 me sentí preparada para abordar ese proyecto. Al principio no tenía claro en qué época la iba a ambientar, pero solo tuve que recordar que hay un librito que me enamoró cuando lo leí, Itinerario sentimental, de Julián María Otero, un relato de 1915 tan bonito que hasta Machado lo halagó.

Una vez que supe la época, decidí que los personajes iban a representar a tipos sociales del momento. La Academia de Artillería era uno de los motores de la ciudad, así que tenía que haber un artillero, y estábamos en la época de los efectos de la desamortización. Fui poniendo los elementos encima de la mesa y lo demás empezó a llegar a mi cabeza solo.

Ana, Mateo, Alvarito.

Representan a la misma ciudad, a sus gentes, y el triángulo entre ellos es el reflejo de un momento social que empezaba a desdibujarse.

Las mujeres de esta historia son muchas. Está Ana, una joven a la que las dificultades ponen en más de un aprieto y cuyo salvavidas es un libro de Bécquer, que para ella es como una religión. De hecho, varias veces sus diálogos o sus pensamientos en boca del


narrador son adaptaciones de rimas. Ana es el Romanticismo, esa melancolía que la hunde, mezclada con euforia que la saca del pozo, ese vaivén de sentimientos y el ansia de justicia que inunda el final de la novela.

Pero también está Ramona, el contrapunto, orgullosa, ciega con su hijo, ambiciosa... Lucía, una especie de cicerone de la ciudad (algo que viene de mi amor por el libro de Otero), pero también lavandera del Clamores, un oficio durísimo con el que muchas mujeres se ganaron la vida. Pinar, con la que hago un homenaje al nombre de mujer de Cantalejo por excelencia. O Candelaria, otro personaje arquetipo de la época, la solterona que se convierte en madre por azares de la vida. Jimena, la panadera de Malcocinado, tiene el carácter más decidido de todas. Y Laura fue una sorpresa para mí, no tenía casi papel, pero se lo fue ganando.

Intenté abarcar todo lo posible con ellas.

Pero si hay un personaje que está en todas las páginas es Segovia. La ciudad no solo es marco, interviene: murmura, tapa, rechaza o acoge, ayuda o deja tirado.

El personaje más difícil de construir fue Alvarito, sin duda. No es así porque sí, lo es porque Ramona lo ha ido dejando crecer torcido, incapaz de ver ni un solo defecto en él.

Y Mateo... me costó mucho hacerle lo que le hice al pobre, pero es mi favorito. Para mí es esa persona que siempre se ha esforzado, lo ha dado todo, y a quien la vida le mete un bofetón a mano abierta sin que sepa por dónde y por qué ha venido. Sin embargo, a pesar de lo que le cuesta, se repone y sigue siendo tan buena persona como era. Eso es lo que más me gusta de Mateo, su resiliencia (palabra de moda) o su honestidad (más de la época de la novela).

L. R. ¿Sueles poner cara a tus personajes? ¿Actores o personas con las que te cruzas un día, que conoces... o todo nace de tu imaginación? ¿Cómo y de dónde salen estos hombres y mujeres que nos atrapan con sus vidas?

No les pongo cara y eso es un problema a veces, porque constantemente tengo que ir a las notas a ver de qué color dije que tenían los ojos o el pelo, pero los nombres sí son muchas veces de mi entorno.

Sí hay una novela donde uno de los personajes tiene cara, voz y la personalidad de alguien, es Candela, de Aunque te cueste la vida, y las otras dos, Alma y Penélope, son personajes


construidos con retales de mujeres que he ido conociendo a lo largo de mi vida. Para mí, esta novela es la más auténtica que tengo.

Antes tenía un juego conmigo misma: siempre el nombre de uno de los personajes saltaba a la siguiente novela. Solo el nombre. De ese modo, Luisa, que es una partera en Brianda, en La chica de las fotos, que la escribí a continuación, se convierte en la camarera del hotel rural. Era una manera de jugar como otra cualquiera, pero en un momento dado perdí el hilo porque empecé a escribir solapando historias y ya no era tan fácil.

Su chico de alquiler no tiene misterio: aparecen todos mis amigos de entonces. Les cambio los parentescos y la única que no tiene correspondencia es Paula, porque al principio no se llamaba así, se lo acabé cambiando al registrarla por el de una de mis alumnas de la ESO que era igualita que ella, jajaja.

  

Hasta aquí nuestras preguntas, Mayte. Te agradecemos muchísimo el tiempo que has dedicado a contestarnos, sabemos que eres una persona muy ocupada y esperamos (y deseamos con todas nuestras fuerzas) que todo el trabajo que tienes entre manos, te reporte el mayor éxito del mundo.

 

Muchas gracias por invitarme. Ha sido un placer. Cuando queráis, aquí estoy.

 

Un abrazo de parte de Locas del Romance y ¡Hasta pronto!

 

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